miércoles, 14 de enero de 2009

Kobutori Jiisan

Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano en un pueblo. El nació con un chichón en la mejilla del cual no se preocupaba para nada. Era muy optimista.
En el mismo pueblo vivía otro anciano que también tenía un chichón en la mejilla, pero éste siempre estaba enfadado porque se acomplejaba de su defecto.
Un día el anciano optimista fue a cortar leña al bosque, pasado un momento empezó a llover y decidió descansar un poco. Durmió profundamente pero se despertó al oir un ruido extraño en plena noche. Se sorprendió mucho al ver a unos demonios celebrando una fiesta muy cerca de ahí.
Estaban armando un gran alboroto cantando, bebiendo y bailando.
El anciano al comienzo tenía mucho miedo por lo que decidió seguir viendo a escondidas, pero no pudo contener sus ganas de bailar pues le parecía muy agradable todo aquello.
Los demonios se sorprendieron al verlo pero continuaron bailando porque su danza era muy interesante. Pasaron un rato agradable hasta que cantó el primer gallo.
El jefe de los demonios dijo: "Ya tenemos que volver a casa. Me gusta mucho tu danza por eso esta noche también ven. Voy a tomar tu chichón y solo te lo devolveré si vienes esta noche nuevamente."
El anciano se quedó sin su chichón, ¡ni rastro de él!. Los demonios pensaban que al anciano le gustaba su chichón y por ello regresaría, pero en realidad éste estaba muy contento sin él.
Cuando el anciano regresó al pueblo contó todo lo sucedido al otro anciano. Este último le miraba con mucha envidia y se dijo: "¡Voy a ir esta noche!"
Esa noche empezó nuevamente la fiesta. Este anciano, por ser una persona sombría, no se encontraba a gusto y no pudo bailar; en realidad detestaba el baile. Al verlo, poco a poco los demonios empezaron a disgustarse. El jefe de los demonios le dijo: "¡Te voy a devolver tu chichón y vete inmediatamente!"
De esta manera, este anciano se quedó para siempre con los dos chichones por ser estrecho tanto de espíritu como de corazón.
Fuente
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